Desde hace cientos de años la medicina se ha encaminado en tratar al enfermo, en buscar una mejoría a través de terapias médicas que permitan restablecer las funciones normales del cuerpo.
Sin embargo, la evolución de la pediatría en el cuidado de nuestros niños ha cambiado en los últimos años, encontrando un enfoque más preventivo, trabajando en mantener un estado de salud óptimo, minimizando los riesgos de enfermedad, a través de estilos de vida saludables, en las diferentes actividades que vivimos diariamente, como comer, dormir, hacer ejercicio; además de mantenernos activos, motivados y alegres. Mejorar estos simples hábitos tendrá un gran impacto favorable en nuestro sistema inmunológico, el cual se encarga de defendernos contra procesos infecciosos e inflamatorios. A continuación, te explicaré más detalladamente.
Las más recientes publicaciones, demuestran cómo una alimentación natural, variada, equilibrada y completa, tiene un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo de nuestros niños, en su metabolismo y en el proceso de formación de sus defensas. Permite mantener una microbiota intestinal sana, la cual es responsable de más del 70% de las defensas del organismo. No es una moda, es una responsabilidad, generar conciencia en la población del cambio hacia una alimentación saludable, libre de azúcares, procesados y ultra procesados. Es fundamental enseñar a nuestros niños a comer felices, con todos sus sentidos, con ejemplo, en un ambiente de armonía, con buenos hábitos desde que inician a probar sus primeros alimentos, idealmente desde los 6 meses de edad. Debemos recordar la importancia de recibir leche materna de forma exclusiva en los primeros meses de vida, y hasta dos años o más, junto a la alimentación complementaria, gracias a los múltiples beneficios nutricionales, inmunológicos, emocionales y en el proceso del neurodesarrollo.
Por otro lado, se ha encontrado la importancia de generar un sueño tranquilo y seguro con horarios acorde con la edad de cada niño. Está condicionado con el proceso evolutivo de las fases del sueño, además de mecanismos internos (propios del cuerpo) y externos (ambiente). Se deben generar hábitos para crear horarios establecidos de descanso, según los disparadores de sueño como el ciclo circadiano, un ambiente tranquilo o una temperatura adecuada. El sueño tiene gran importancia en el organismo, ya que mejora la memoria, el aprendizaje, la recuperación de energía. Está involucrado en diferentes procesos metabólicos, cardiovasculares, y es de crucial importancia en el sistema inmunológico, gracias a su gran efecto positivo sobre las defensas del intestino.
La actividad física desde tempranas edades no solo ha demostrado ser necesaria para mejorar el desarrollo motor, propioceptivo, y de coordinación; sino también la importancia que tiene en mantener un sistema inmunológico activo y eficaz en contra de los diferentes agentes infecciosos. Durante la actividad física, se aumenta el ritmo cardíaco, generando una mayor circulación de sangre a los tejidos permitiendo la llegada de células de defensa, y activando de una manera más eficiente el control de los procesos inflamatorios generados por los diferentes microorganismos.
Para nadie es un secreto la importancia que tienen las vacunas, como mecanismo de protección preventivo, contra enfermedades realmente graves con repercusiones irreversibles en nuestros niños. Las vacunas son seguras, estudiadas por años, y avaladas por diferentes organismos internacionales como una forma de evitar enfermedades endémicas con consecuencias nefastas en una sociedad. Debemos tomar conciencia de mantener el esquema de vacunación actualizado, ya que con ellos podemos garantizar esa inmunidad tan necesaria en los primeros años de vida de nuestros niños.
La acción con más evidencia en cuanto a la prevención de infecciones y enfermedades, es el lavado de manos. Este sencillo procedimiento realizado varias veces al día, ha demostrado ser la forma más segura y confiable de evitar contagios, infecciones, sobre todo en lugares con alta carga viral como colegios y guarderías. Es un hábito que debemos inculcar en nuestros niños desde tempranas edades con ejemplo y constancia. Así mismo el uso de tapabocas en niños mayores de 3 años ha mostrado un gran impacto en la disminución de la prevalencia de enfermedades respiratorias endémicas.
Por último, debemos siempre pensar en la salud mental de nuestros niños. Recordemos que ellos también se estresan, por no poder liberar toda esa energía que tienen por su metabolismo acelerado, jugando, saltando, brincando, o simplemente saliendo a conocer ese mundo que tanto les gusta. El no poder compartir con sus padres o familiares las actividades que tanto disfrutan, y más adelante el no socializar con otros niños de su edad. Las pantallas y celulares han generado en nuestros niños diferentes problemas, como falta de actividad, pobre tolerancia a la frustración, falta de control de sus emociones, así como problemas de aprendizaje, una adicción que se refleja en mayor estrés cuando se suprime este estímulo, el cual repercutirá directamente en sus defensas.
Como padres, cuidadores y profesionales de la salud tenemos la responsabilidad, y el gran reto, de edificar de una forma amorosa, consciente y estructurada, estilos de vida sanos en nuestros niños, que les permita crecer felices, sanos y fuertes.